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Una Aventura Extraordinaria | Crítica

Una Aventura Extraordinaria | Crítica

Las historias de naufragios no se encuentran entre las más usadas en cines, pero sí entre las más recordadas. El drama de la sobrevivencia en condiciones totalmente desfavorables siempre será un elemento atractivo para el espectador y en Una Aventura Extraordinaria es utilizado magistralmente por su director, Ang Lee, quien se dio el lujo de usar una fórmula conocida en un empaque novedoso, narrándonos la historia de Pi mientras sobre una pequeña balsa intenta resistir la inclemencia del mar y de un feroz tigre de Bengala.

Una Aventura Extraordinaria

Ang Lee es amante sintetizar las emociones humanas y retratarlas en las situaciones más inverosímiles, a veces con mucho tino (El Tigre y el Dragón) y a veces no tanto (Secreto en la Montaña, con todo y su Oscar); afortunadamente, Una Aventura Extraordinaria es el pico más alto en su carrera. El cineasta llega en una etapa madura donde nos presenta con congruencia casi inigualable una historia atractiva, un hilo narrativo ágil, una producción de primer nivel y un emotivo mensaje para recordar al salir de la sala de cine.

Ahora, contrario a lo que muchos pensarían al ver el tráiler, Una Aventura Extraordinaria tiene mucho más historia que ofrecer que el naufragio. Si bien el avance sugiere de inmediato que el largometraje gira en torno a la “adaptación” de Pi y su salvaje acompañante para intentar sobrevivir al Pacífico, la cinta primero nos lleva en un viaje largo hacia una dirección distinta.

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La Vida de Pi, el nombre de la novela de Yann Martel en la que está basada el filme, es sin duda el más apropiado para describir la primera mitad de la película. Un recorrido por las calles y las tradiciones de la ciudad de Pondicherry, en la India, en donde un pequeño Piscine Molitor Pattel (alias Pi) es tentado por diferentes religiones y caminos mientras busca su propia identidad en una nación increíblemente multicultural.

Ang Lee también nos presenta a la familia Pattel y su actividad como encargados del primer zoológico de la ciudad tras la retirada de los franceses. Cada personaje y cada nueva vivencia ayuda a enriquecer no sólo la historia, sino la personalidad de nuestro protagonista, casi como preparándolo para la inverosímil travesía que tendrá que emprender minutos más tarde, cuando su familia se ve obligada a mudarse a Canadá, a donde incluso transportan a la mayoría de los animales de su zoológico.

Como es obvio anticipar, la embarcación es emboscada por una gran tormenta y termina hundida en el fondo del mar, con sólo Pi y un tigre llamado Richard Parker como sobrevivientes en una pequeña balsa. Una Aventura Extraordinaria nos narra entonces durante la segunda parte de la película un emotivo cuento de sobrevivencia, paciencia, fe y comprensión, en donde el joven tiene que idear como sobrevivir en medio del océano y al mismo tiempo no ser devorado por un tigre al que cada día le dará más hambre.

Suraj Sharma realiza una interpretación sorprendente de Pi

La vida de Pi

Para aderezar el cuento y volverlo aún más impresionante, la producción de Una Aventura Extraordinaria nos presenta una detallada combinación entre fotografía y efectos especiales, dándole al largometraje una calidad de presentación pocas veces vista en cine y que asemeja más la de un poema en pantalla que la de una súper producción de Hollywood.

Animales marinos y terrestres, sorprendentes paisajes en medio de la nada, la furia del mar y el desquiciamiento humano son representados de manera magistral en la cinta con un 3D sutil, pero atractivo, que con delicadeza demuestra la efectividad de este formato en manos de un maestro de la lente.

En cuestión de actuaciones, Una Aventura Extraordinaria también cumple con creces. Ang Lee fue en extremo cuidadoso con el casting, dejando fuera a actores de renombre pues no quería perder el balance de la historia en manos de nombres llamativos, más aún cuando el rol del protagonista recaía en un virtual desconocido que apenas haría su debut cinematográfico.

Richard Parker se roba buena parte de la película

El papel de Pi adolescente fue encarnado por Suraj Sharma, un actor indio de ascendencia malaya que audicionó prácticamente de rebote, pues sólo se había presentado para acompañar a su hermano quien deseaba enrolarse en la filmación. Ang Lee describió a Sharma como el Pi perfecto debido a su expresiva mirada y su complexión física, por lo que le pidió que audicionara para el personaje.

Como podemos constatar en Una Aventura Extraordinaria, el cineasta no pudo tener mejor ojo. Suraj Sharma realiza una interpretación sorprendente para un joven que no tenía ninguna preparación artística previa. Pi nos hace sufrir, reír y pensar durante toda la película, siendo sin duda uno de los personajes más entrañables y empáticos en cine durante 2012.

El resto de actores, aunque obviamente tienen participaciones más pequeñas, no dejan de ser igual de importantes y todos cumplen a la perfección con su rol dentro de la película, desde Irrfan Khan haciendo las veces de Pi adulto, pasando por Adil Hussain  interpretando al padre del náufrago, hasta la breve aparición de Gérard Depardieu como el cocinero del barco.

Escenas como esta muestran no sólo la belleza del mar, sino del cine

En lo personal Una Aventura Extraordinaria es casi una historia a prueba de fallas. Eso sí, para una historia tan inmensa como la de Pi muchos esperarían una conclusión prácticamente igual de épica, sin embargo Ang Lee opta por un cierre más discreto, más cercano, más humano incluso, que invita a pensar en la fortaleza propia y en la fortaleza de Dios (que en el caso del protagonista, son un montón de dioses), concepto con el que juega e ilustra varios de los momentos más dramáticos de la cinta.

Definitivamente Una Aventura Extraordinaria es la película a ver este fin de año. Esta travesía encantará a todos con su narración reflexiva, sus increíbles efectos visuales y actuaciones sólidas, logrando el casi imposible balance perfecto entre la forma y el fondo, entre una historia inteligente de la mano de una súper producción para recordar. Olvídate del cacareado Hobbit y su viaje por la Tierra Media y mejor embárcate en una pequeña balsa hacia el océano Pacífico.

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