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  • Crítica de Batman: Bad Blood

    Crítica de Batman: Bad Blood

    Batman: Bad Blood es una de las más recientes películas animadas de DC, siguiendo la continuidad de dos producciones anteriores: Son of Batman y Batman vs Robin, que se centran en buena medida en la relación entre Bruce y su hijo, Damian Wayne, así como sus enfrentamientos con la Liga de las Sombras comandada por Talia al Ghul.

    La trama de Batman: Bad Blood versa sobre la aparente desaparición de Bruce Wayne y las reacciones de sus allegados ante una Gotham desprotegida. Esta vez el plan de Talia consiste en dominar al mundo a través de implantación mental, para lo cual ha reclutado a Mad Hatter y cuenta con una nueva mano derecha: El Hereje (The Heretic), uno de los personajes más fascinantes del largometraje y que desarrolla una agenda propia.

    Batman: Bad Blood

    Lo interesante de Batman: Bad Blood es que no sólo se basa en los aliados clásicos del Caballero de la Noche, como Robin, Nightwing o Batgirl, sino que aprovecha para introducir al gran público a dos miembros más de la batifamilia que empezaron a tener continuidad en los cómics recientemente: Batwoman y Batwing.

    Crece la Batifamilia

    Batwoman es Kate Kane, hija de un ex militar que tras un acontecimiento traumático decide convertirse en una superheroína inspirada por Batman. Batwoman sostiene en buena medida el enfoque del filme, con una caracterización convincente y, como trivia, es el primer personaje abiertamente gay en presentarse en las películas animadas de DC.

    Por otra parte tenemos a Batwing, quien nos recuerda a Batman del Futuro por su armadura tecnológica, y es nada menos que Luke Fox, hijo de Lucius Fox, el científico de raza negra que le fabrica la mayor parte de su tecnología a Batman. Encima de eso tenemos a Nightwing forzado a volver a Gotham y tomar el manto de Batman, ayudado por Damian, en una adaptación libre del serial de Batman & Robin, de Grant Morrison.

    En cuanto a los villanos, en Batman: Bad Blood tenemos también un elenco verdaderamente nutrido, entre ellos participaciones de Black Mask, Onyx, Tusk, Killer Moth, Electrocutioner y muchos otros que hará las delicias de los lectores de los cómics. Lo interesante de este grupo de malosos es que se sale del ensamble que ya todos conocemos y presenta a varias caras, si bien no precisamente desconocidas, al menos no tan socorridas ni sobre explotadas.

    Batman: Bad Blood
    La batifamilia crece en Batman: Bad Blood.

    Un ensamble con menos Damian Wayne

    Aunque malabarear a tantos personajes pudiera parecer difícil, la ejecución de Batman: Bad Blood es satisfactoria. La película entreteje bien su origen con la trama, dándole a cada nuevo batialiado su lugar, de modo que nunca se ven como meros invitados forzados ni gratuitos. Por el contrario, su caracterización es parte integral de la historia.

    Además, el desarrollo de los protagonistas clásicos continúa. Batman tiene bastantes cosas que decir respecto a Batwing (es conocido el conflicto entre maestro y alumno) y Robin, e incluso Alfred tiene un papel importante aquí y deja de lado su más estéril faceta como mayordomo.

    El argumento de Batman: Bad Blood es bastante rico en cuanto a subtramas, lo cual se debe en gran parte a una adaptación afortunada del material original, aunque por desgracia a muchas de estas situaciones no se les puede dar toda la profundidad que se quisiera debido al reducido tiempo de duración del filme y su decisión (acertada, en mi opinión) de cerrar todos los cabos sueltos en una sola entrega.

    Se agradece también que esta película, la tercera con Damian Wayne, tenga menos enfoque en el más joven de los Robin, ya que sus actitudes chocantes y personalidad disonante a la de un niño de diez años lo vuelven (desde las historietas) un personaje insufrible; aquí no deja de serlo, pero tiene menos tiempo a cuadro.

    Aun así, Batman: Bad Blood tiene sus detalles: ciertas secuencias de acción se alargan demasiado, la animación -aunque buena- ya parece estancada en el tiempo y hay algunas situaciones (especialmente la batalla final, que es sospechosamente similar a Capitán América y el Soldado del Invierno) cuyas implicaciones quedan sin resolverse.

    ¿Mala sangre o buena sangre?

    Fuera de ello, el largometraje animado dirigido por Jay Oliva fluctúa bien entre el drama, la construcción de la historia y las escenas de acción. Además, tanto la animación como los escenarios y diseños de personajes tienen la excelente calidad a la que DC nos tiene acostumbrados. En conclusión, Batman: Bad Blood cierra de forma hábil esta trilogía con Damian Wayne, la cual puede no ser de tu total agrado pero esta tercera parte es sin duda la más disfrutable.

  • Crítica de La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis

    Crítica de La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis

    La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis es la más reciente película animada de la Liga de la Justicia producida por Warner Bros. Se trata de una secuela directa a Liga de la Justicia: Guerra, estrenada en 2014, y en esta ocasión se enfoca en mostrar el origen de otro de los personajes emblema de DC Comics: Aquaman.

    La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis

    Después de que un submarino fuera atacado por misteriosas criaturas de las profundidades, la Liga de la Justicia (Superman, Batman, Mujer Maravilla, Cyborg, Linterna Verde, Flash y Shazam) tiene que reunirse para encontrar la Atlántida e impedir que el rey Orm lance una guerra contra los humanos.

    Por otro lado, tenemos la historia de Arthur Curry, mitad atlante mitad humano, quien de momento está lidiando con la muerte de su padre, y será buscado por la reina Atlanna para que reclame el Trono de Atlantis y detenga la furia de su medio hermano.

    Desarrollo submarino

    La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis tiene varios problemas tanto por la estructura (la Liga no entra en acción hasta el minuto 40) como por la forma en que manejan la lógica, ya que implicaciones serias, como una guerra entre la superficie y los océanos, parecen pasarse por alto.

    Las caracterizaciones del grupo de superhéroes son congruentes con los Nuevos 52 (el actual universo de DC), pero si sólo estás familiarizado con la versión clásica de los personajes puedes hallar a varios casi irreconocibles. Linterna Verde es un patán hecho y derecho, Shazam es el tonto que siempre intenta pasarse de chistosito (¿dónde quedó la Sabiduría de Salomón?) y Superman tiende más a la acción que al diálogo, sin mucha de la rectitud y nobleza del héroe clásico.

    Fuera de Aquaman, la participación de la Liga de la Justicia en sí no es tan importante, aparte de Cyborg, que es útil con sus gadgets, y Superman, quien salva a todos en una parte de la película, Flash, Linterna y Shazam se la pasan en la base, haciendo básicamente nada.

    La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis
    Saluda a Aquaman, tu nuevo héroe favorito.

    El peor caso es el de Batman. El encapotado no participa en ninguna de las batallas de La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis, sus proezas de detective sólo funcionan porque el resto de los miembros tiene la inteligencia de un niño de dos años, y en general parece que su único papel es darle órdenes a las apps de Cyborg.

    Las fortalezas (de la Soledad)

    El Trono de Atlantis cuenta con varias secuencias de acción, aunque bastante dispersas entre sí, las cuales a pesar de no ser nada memorables están bien animadas y cumplen con su cometido, pero sin llegar de ninguna forma al nivel de interés de la última película animada de DC.

    El arco de Aquaman es bastante sólido, y aunque como superhéroe no se luce tanto -se esperaba, debido al contexto del argumento-, su origen está bien contado y es probablemente el único personaje de la película que sí cae bien en todo momento.

    La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis
    Mientras tanto en el Salón de la Justicia…

    Los personajes de apoyo, como la reina Atlanna, Mera (la futura esposa de Aquaman) y el doctor Stephen Shin están bastante bien representados. Aunque el papel de Black Manta tiene poco que ver con sus recientes encarnaciones en las historietas, es instrumental para que varios puntos de la trama conecten. También hay una aparición más verdaderamente sorpresiva, que a los asiduos lectores de cómics seguro les gustará, y no me refiero a la de la escena post créditos.

    Veredicto

    Con una duración de 72 minutos, La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis parece tener un conflicto de identidad, pues no sabe si ser una película o una serie animada. Por un lado está el intento de hacer crecer a algunos de los integrantes de la Liga (Cyborg, lidiando con su pérdida de humanidad, Superman y Mujer Maravilla ahora están noviando), pero éste no llega a desarrollarse por falta de tiempo y las resoluciones o no se dan o pasan “porque sí”.

    Por el otro, la trama principal es poco profunda por la falta de tiempo causada por lo arriba mencionado, pero también por la mediocridad de los escritores, quienes no pudieron entretejer algo más complejo que aprovechara mejor a los integrantes de la Liga.

    Como ya se mencionó, a pesar del buen intento de drama que podría interesar a una audiencia un poco más madura, la lógica de La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis está llena de huecos, incongruencias, momentos infradesarrollados y varios elementos forzados. Uno pudiera pensar que el largometraje está pensado para los más chicos, pero tampoco es así, ya que incluye bastante sangre y violencia (sello de Los Nuevos 52, lo mismo del filme anterior).

    En conclusión, a pesar de que hay un par de cosas que apreciar, La Liga de la Justicia: El Trono de Atlantis es un desastre, y se convierte en el cuarto fracaso seguido de la división de animaciones de Warner Bros. basadas en DC. Es increíble pensar que a estas alturas, hay shows de Nickelodeon y Cartoon Network con mejores escritores que a los que contratan para desarrollar las películas de estos clásicos superhéroes.